domingo, 26 de mayo de 2019

ÉXODOS...

Por: Dhyana Angélica Rodríguez Vargas./

¿DE QUIÉN ERAN LAS TRENZAS RUBIAS?
Petra Pascuala abrió el cajón descubriendo esas trenzas rubias que atesoraba su abuela. Ésta, paciente, volvió a contarle de la primera vez que vio al abuelo: Un jovencito temblando de miedo sobre una tarima improvisada de madera donde iban a fusilar a muchos que, como él, se habían quedado desobedeciendo al general Bazaine, lo cual los convertía en parias: ni franceses ni mexicanos. Ahora, después de haber servido a la división de Miguel Miramón en la fallida toma de Zacatecas, Mariano Escobedo los había alcanzado en los alrededores de la Hacienda de San Jacinto, logrando capturar a varios... Sus compañeros cantaban "La Marsellesa" para darse ánimos, pero él y unos cuantos tendrían un destino diferente..

Para evitar la excesiva carnicería, y considerando que cerca del lugar había varias solteras, dieron a algunos una última oportunidad salvarse: Con los ojos vendados los hicieron subir a la tarima no para fusilarlos -no todavía- sino para que fueran seleccionados por las mujeres. Quien era elegido, se salvaba de aquel trágico destino y se casaba con su salvadora, adoptando un nombre distinto y convirtiéndose en mexicano. 

La entonces joven abuela se adelantó y dijo: "¡Yo quiero a ése, el de las trencitas!".  Bajaron a su futuro marido -al que cortaron de tajo las trenzas- y firmaron el acta un 2 de febrero de 1867. Había asimismo un sacerdote que les dio la bendición. El joven siempre agradeció a su salvadora, quien ahora, ya anciana, acariciaba esos cabellos guardados en el cajón, contando la historia a su nieta...

Vivían cerca de una hacienda zacatecana, donde uno de los tíos de Petra Pascuala fungía como administrador. Pasó el tiempo y la niña que preguntaba por el pasado guardado en el cajón creció, anunciando a los catorce años que quería casarse con Antonio Sifuentes, que apenas había cumplido los dieciséis. Ambos eran muy jóvenes, pero las familias no tuvieron otro remedio más que autorizar la boda, pues de no ser así, la novia sería "raptada", como era costumbre en esos tiempos. No obstante, a un año de casados, tocaría a los nuevos esposos vivir -como había tocado a los abuelos- un movimiento armado, donde su ciudad sería de nuevo protagonista..


¡Sólo una cobija!

Con la Revolución en marcha, Antonio Sifuentes temió que lo llamaran los federales para que se uniera a las filas de Victoriano Huerta, con quien no simpatizaba, así que cambió su apellido por Alvarado, para ganar tiempo. Sin embargo, lo seguían buscando, así que decidió unirse a las fuerzas de Villa. Para entonces, a pesar de que el tío de su esposa a veces les prestaba la llave de la bodega de la hacienda para proveerse de víveres, sufrían privaciones. La guerra no era fácil... 

Fue cuando un 23 de junio de 1914 Villa decidió tomar Zacatecas, advirtiendo a sus hombres que no "cometieran tropelías", especialmente que no robaran -más que lo que necesitaran- y que no "violaran muchachas", pues decía: "Si quieren una muchacha, no sean así y cásense con ella, como hago yo" (por eso Villa tenía muchas esposas). No obstante, la toma de la ciudad fue violenta... Antonio, al ver el creciente desorden, recordó las órdenes de su general: "¡Tomen sólo lo que necesiten!", pero no le hicieron caso...

"Robaban y abusaban también de las inocentes muchachas...", contó muchos años después a sus nietos. "Yo sólo tomé una cobija, que era lo que necesitaba, y se la llevé a su abuela...". 



Petra y Antonio continuaron sufriendo privaciones y decidieron irse a la Ciudad de México. En el camino, Petra, se volvió soldadera y en lo que terminaba la revolución, alimentaba a los soldados -ahora, a los del sur- con tortillas hechas a mano y frijoles, vigilando a su vez a los dos pequeños hijos que ya habían nacido.. Tuvo diez (la que esto escribe es descendiente de la séptima), pero esa, ya es otra historia..

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lunes, 20 de mayo de 2019

Vida en el Cielo..


Todo empezó cuando murió una tía -hermana de mi abuelita- muy querida y no pude despedirme de ella. Me lamentaba por eso y una noche soñé que estaba en una sala de conciertos (a ella le encantaban los eventos culturales), y mi mamá me decía: "Mira, ahí está, despídete de tu tía". Yo iba y la abrazaba, y al abrazarla sentía una especie de vibración como del espíritu. No me hablaba, pero sonreía.

Debo decir que esa especie de vibración del espíritu sólo la he sentido dos veces estando despierta, es algo así como si una aspiradora se llevara todo lo malo y te dejara sólo lo bueno, sólo la esencia. Es también sentirse con una gran tranquilidad.

Cuando murió mi abuelita materna, igual, no me pude despedir, y soñé en varias ocasiones que llegaba, me abrazaba, y al abrazarme sentía yo esa sensación, pero mucho más potente, así que temí que en sueños me fuera a ir junto con ella, pues es como si me jalara al cielo. En sueños posteriores mi abuelita fue moderando sus abrazos, porque yo se lo dije: "todavía no me quiero ir", pero también me dio varios mensajes: Cuando me titulé, llegó a felicitarme diciendo: "¿qué creías que no iba a venir?". Cuando fue el temblor del 2017, ella también me avisó con anticipación, aunque unos seres que estaban con ella -si fuera en este mundo diría que una especie de guardaespaldas- no la dejaron darme la fecha completa, sólo me dijo "En septieeembre", y se la llevaron. También me dijo en otra ocasión que le habían dado "su primer sueldo" y que estaba escuchando sus lecciones allá arriba, incluso me prestó unos audífonos para que también pudiera escucharlas, aunque yo sólo oía una especie de música celestial. Caminamos también juntas por la calle en mundos límbicos... Hasta que tal vez tuvo ya más labores allá arriba o en otro lado..

Ya mi mami me decía en vida, que cuando la abuelita materna de ella también murió, a veces la soñaba y nos había presentado a mí y a mi hermana con ella cuando nacimos (dentro de esos sueños), pero a mi hermano menor ya no, porque posiblemente "ella ya andaba en otro plano". Supuse que así sucedía con los que se iban...

De mi abuelito, que murió de una forma un tanto repentina y aparatosa (si bien ya estaba enfermo), yo me pregunté si estaba bien y tenía esa duda. Cuando lo soñé estaba en una habitación muy luminosa, vestido de blanco, y me decía: "Nombre mija, aquí me cuidan un montón, me cuidan hasta del tránsito". Desperté y entendí qué significaban esas palabras: "¡El Tránsito...!". El tránsito entre la vida y la muerte...

Luego tocó el turno a mi mami, la prueba más dura que me pudo tocar, pero ella también se ha comunicado conmigo (yo así se lo pedí, al igual que a mi abuelita)... Cuando me he sentido sola o triste, ha venido también a abrazarme, aunque sólo he sentido su esencia y no que me quiera llevar por ahora. También me ha dado consejos. Sin embargo, ella también tiene sus labores. La más reciente vez que soñé que me daba un consejo, después parecía que la llamaban unos ángeles y ella se ponía a cantar, no podía evitarlo, y se iba hacia arriba volando. Eran sus nuevas labores y yo no podía detenerla, tampoco intentarlo, sino respetarlo..



Y es que así como trabajamos acá, allá también trabajan en lo suyo. Parece ser que los seres que ya se van es porque ya han completado sus misiones aquí en la Tierra, y ahora tienen otras en nuevos planos. El grado de evolución de mi mamá en la Tierra se desarrolló muchísimo, lamentablemente a la par que en su cuerpo el cáncer también avanzaba. Pero sé que sus intenciones de ayudar a la gente ahora las cumple en ese otro lugar. Días antes de que partiera, cuando ya no podía hablar mucho en su cuerpo físico, soñé que subíamos a una montaña por una carretera y el camino estaba nevado. Me dejaba cerca de la cima en una casa y ella tenía que seguir el camino, hacia la cima de unas montañas también nevadas, que eran el Popocatépetl y el Iztaccíhuatl. Me abrazaba y me susurraba bajito en el oído: "Me recuerdas que te cuente de nuestros antepasados", refiriéndose al cielo que estaba detrás de esas montañas. Nos decíamos entonces: "¡Hasta luego!", como nos dijimos muchas veces en vida (sé que fue un Hasta Luego porque todos vamos para allá), y se despedía. Al otro día, en el hospital, le conté mi sueño, y me dijo -con un poco de dificultad- que ella también había soñado con la nieve, donde había encontrado a unos niños pequeños a los que tenía que enseñarles... Curiosamente el día en que partió bajó la temperatura, y se llenaron de nieve los volcanes...

También hay emisarios.. Días antes otra tía abuela que ya había muerto antes, soñé que venía a platicar conmigo, y yo le preguntaba por mi mamá. Ella me daba a entender, con señas, que se iría al mundo donde ya estaban ellos.. También soñé a mi abuelita -que no había soñado en mucho tiempo- y le hacía la misma pregunta. Ella no me contestaba directamente, pero se quedaba un momento en silencio y luego me decía (en relación a mí y a mis hermanos): "Se van a quedar con su papá".

Así es como he sentido la comunicación a veces entre aquí y el otro mundo, aunque hay misterios que no nos son revelados, porque seguimos en el mundo físico. Una vez soñé que me ponía a saltar en espiral hasta irme elevando y sentía una gran alegría (a la vez que esa vibración espiritual de la que les cuento), pero al mismo tiempo sabía que si seguía haciendo eso, me iba a ir de este mundo, así que mejor paraba y volvía a bajar a la Tierra... Luego me enteré, ya no recuerdo si en mis clases de náhuatl o de metafísica, que se supone que cuando un alma baja de allá arriba o se va, lo hace en espiral...

Hay cosas raras que uno percibe... Mi mamá, cuando estaba viva, soñó al hermano de mi papá que se veía muy feliz, vestido de blanco, y la intentaba cargar para darle de vueltas, transmitiendo esa alegría. Esa noche había muerto en su cuerpo físico, pero tal vez fue la manera de comunicarle que estaba bien, para que ella lo dijera a sus seres queridos.

Acá nos podemos sentir muy tristes a veces porque extrañamos a los que se van, y dejan un gran vacío, pero me pongo a pensar lo que nos dijo un maestro de la secundaria de mi hermano -que además es maestro Reiki- cuando se murió una de nuestras más queridas mascotas: "Era su momento, cada quien tiene su momento, es como si yo te dijera a ti, Andrés (*mi hermano) que ya vas a salir de la secundaria, que te quedaras, sólo porque yo te extraño en la escuela, y te dijera: "No Andrés, reprueba, quédate un año más o dos.. estaría retrasando tu evolución, porque tú tienes que seguir tu camino, así también ellos en otros planos". Ese mensaje se me quedó grabado y lo recuerdo cuando extraño a alguien que ya no está aquí.

Incluso creo que mi mami extendió su tiempo en la Tierra lo más que pudo, a pesar de su cuerpo deteriorado, para prepararnos de alguna manera a quedarnos sin ella. Un año antes sucedió un evento en el que casi se va, pero fue salvada, creo que para entonces no hubiéramos estado preparados.. Incluso pasamos también el temblor del 2017 juntas, en el hospital, fue por algo... Creo que se fue cuando nos pudo ver más fuertes... En ese sentido incluso entiendo, aunque parezca trivial, cuando en la película de Avengers Pepper le dice a Tony: "ya descansa" (o algo así). Mi hermano también lo escribió en el funeral, en un pizarrón: "Sé libre, no te preocupes..." (en el sentido de que ya podíamos cuidarnos solos).

Y sí, la mejor manera de honrar a los muertos es en nuestras vidas, así como queriendo mucho a los que aún están vivos.

Con nuestros seres queridos en el más allá no se termina la relación, sólo se van a un mundo del que nos separa una intensa bruma... aunque a veces vuelven de una manera diferente. Gracias a ellos he podido conocer pedacitos de Cielo.

miércoles, 15 de mayo de 2019

RENDICIÓN DE MAXIMILIANO


Texto: Dhyana A. Rodríguez.
Bajaron de la colina Maximiliano, el príncipe de Salm Salm, Castillo y Tomás Mejía. De la parte republicana, el general Echegaray, que estaba con Corona, avanzó hacia ellos. Maximiliano se desabrochó el sobretodo, dejando ver su traje de general y sus insignias (para indentificarse). Echegaray llegó entonces hasta él y le dijo muy cortés, quitándose el sombrero: "Vuestra Majestad.. es mi prisionero".
Maximiliano correspondió el saludo y le dijo "Ya no soy emperador, dejé mi abdicación con Lacunza" (*recordemos que en caso de caer prisionero, Maximiliano había pedido a Lacunza y a Márquez que publicaran su abdicación).
Mientras esperaron la llegada del Gral. Escobedo al aire libre, bajo un intenso frío, el Gral. Corona comentó al archiduque: "Está usted temblando, Maximiliano”, y este le respondió: "Sí, pero no de lo que usted cree, General”.
Quiso entonces entregar su espada a Corona, pero éste le dijo que volviera a montar su caballo, lo mismo Mejía y Castillo (Mejía había prestado un caballo a Castillo), y llegaron, más abajo, con Escobedo. Maximiliano entonces entregó su espada a éste (la escena que representa la pintura), quien la dio a su segundo en mando.
Mejía, por su parte, también entregó su espada, pero al hacerlo, cortó la hoja, la tiró al suelo, y guardó la empuñadura (señal de que se rendía, pero no estaba de acuerdo con ello). Todos respetaron, no obstante, el gesto (*en la película de "Aquellos Años" (muy recomendable de ver en este tema) sale que esto hace Miramón, pero en realidad, lo hace Mejía (recordemos que Miramón estaba preso en la casa del médico).
Escobedo entonces intercambia algunas palabras con Maximiliano y encarga al general Vicente Riva Palacio que lo lleve a su prisión. Riva Palacio, como sabemos, también se caracterizaba por ser todo un caballero, y durante el trayecto, trató a Maximiliano con mucho respeto (*un dato curioso es que tenían la misma edad), conduciéndolo por fuera de la ciudad, para que no fuera blanco de burlas o de curiosidad por parte de la tropa.
En el trayecto, pregunta Maximiliano a Riva Palacio qué destino le espera, Riva Palacio rehuye la pregunta, pero finalmente Maximiliano le pregunta sin rodeos si lo van a fusilar. Vicente no tiene más remedio que contestarle "Sería un farsante si le dijera que no". Maximiliano le responde (quizá después de la impresión) que en ese caso, ojalá fuese sólo a él y se perdonara a sus compañeros.
Riva Palacio le ofrece entonces la ayuda de su padre, el ilustre abogado Mariano Riva Palacio, en caso de que hubiera un juicio. Llegando al Convento de la Cruz termina la encomienda de Vicente y se despide de Maximiliano. Momentos antes, éste había observado a lo lejos, que dos soldados peleaban por su caballo Orispello (*el caballo blanco con el que aparece en algunas pinturas) que estaba en las caballerizas, y habiendo hasta tiros de por medio, uno de ellos se lo había llevado.
Entonces, al desmontar, le ofrece a Riva Palacio su caballo "Anteburro", como un "recuerdo de ese día". Riva Palacio lo acepta, cuidándolo desde entonces.

El sonido de las letras...

  Cuando era chica, además de comparar el escribir con el hilar de una aguja (pensaba que las palabras pasaban por el ojal a otros mundos), ...