lunes, 1 de enero de 2024

Itinerante...

 


Cuando era niña, mi abuelito, que trabajaba en ferrocarriles, me regaló un maletín. Aunque era muy pequeño, siempre consideré que era para viajar y lo llené con las cosas chiquitas más importantes que una niña puede tener, como unos mini ositos, una pequeña libreta, y, bueno... cuando quise meter ropa, ya no cupo, pero metí dos pares de tobilleras y dos calzones (lo que siempre me dijo mi abuelita que debía cambiarse diario).

Lo tenía a la mano, listo para cualquier cosa, y pensé en estrenarlo una vez que hubo un problema en la cuadra: una vecina -que actualmente ya no vive ahí- decía que iba a explotar su tanque de gas (no sé si fue chisme o rumor, pero eso escuché).
Mi mamá dijo que nos íbamos y yo inmediatamente saqué mi maletita. Pensé que nos iríamos a otro lado, cuando seguramente el objetivo era sólo alejarnos en lo que pasaba el problema. Fuimos a la iglesia y estaban rezando el rosario. Nos integramos y las señoras que estaban ahí se sorprendieron de que mi hermana y yo, en ese entonces unas niñas pequeñas (mi hermano todavía no nacía), supiéramos rezarlo.
Yo pensé que nos íbamos a quedar la noche ahí, o incluso días... (en cuyo caso me preocupaba que sólo llevaba dos mudas, pero me sentía bien de haber traído "mi equipaje"). No fue así. Después del rosario y de platicar un rato regresamos a casa, al parecer ya se había calmado la situación y mi mochila se quedó sin abrir.
No obstante, después me la empecé a llevar cuando íbamos de visita con mi abuelita Lupe. Recuerdo que mi hermana llevaba a su vez una pequeña mochila azul de jareta, donde metía hasta abajo (como yo) las mudas de ropa interior, y luego la llenaba de pequeños juguetes. Nosotras decíamos que era "el avión", donde los muñecos viajaban... Nos acompañaron en muchas aventuras..
Actualmente ya no tengo ese maletín, pero siempre he considerado pequeñas bolsas o estucheras por si algo itinerante sucede. Así solía llevarme, por ejemplo, mi cepillo de dientes a la escuela (en la primaria eso se les hacía muy extraño).
Cuando estudiaba en la FES, mi mamá y mi hermano me regalaron una bolsa pequeña (porque decían que siempre cargaba una mochilota), ¡y vaya que la aproveché! No sé cómo, pero al estilo de la bolsa de Mary Poppins, a veces hasta un sándwich o unas galletas le cabían.
Y es que casi siempre he tenido un pie en el aire, dispuesto para un recorrido, ya sean imprevisto o planeado.. (en parte también por eso comencé después las visitas guiadas, para compartir lo que había visto en mis vagancias).
Este último año no he podido hacerlo tanto, pero vamos, sigo siendo una vagabunda...

Cosas extrañas..

 Cosas extrañas que suceden en el Limbo:

-Carlos Móneda dell'Oro es comprado en la estación del metro Tacuba.


-Víctor Aragón canta la canción de Maná "Rayando el sol" y vuela y toca el Sol para demostrar que es cierto lo que dice.


-Elena es cargada por Seiya León Salvaje para subir al Tepozteco, porque ya se había cansado.


-Y mis gatos duermen sobre una almohada mientras oigo canciones...

sábado, 30 de diciembre de 2023

Predicciones 2024 para los 12 signos


El año 2024 será un año lleno de sorpresas, cambios y oportunidades para los doce signos del Zodíaco. Aquí te presentamos las predicciones más destacadas para cada uno de ellos:


Aries: Los arianos tendrán un año de mucha energía, creatividad y pasión. Podrán iniciar nuevos proyectos, viajar y conocer gente interesante. Su vida amorosa estará en pleno auge, pero deberán cuidar su salud y evitar el estrés.


Tauro: Los taurinos tendrán un año de estabilidad, seguridad y prosperidad. Podrán consolidar sus relaciones, ahorrar y disfrutar de los placeres de la vida. Su vida familiar será armoniosa, pero deberán ser flexibles y adaptarse a los cambios.


Géminis: Los geminianos tendrán un año de comunicación, aprendizaje y diversión. Podrán expresarse con facilidad, estudiar y ampliar sus horizontes. Su vida social será muy activa, pero deberán ser prudentes y no caer en chismes o mentiras.


Cáncer: Los cancerianos tendrán un año de emociones, sensibilidad y protección. Podrán profundizar en sus sentimientos, cuidar de sus seres queridos y crear un hogar acogedor. Su vida sentimental será intensa, pero deberán controlar su humor y su dependencia.


Leo: Los leoninos tendrán un año de brillo, liderazgo y generosidad. Podrán mostrar sus talentos, asumir responsabilidades y ayudar a los demás. Su vida profesional será exitosa, pero deberán ser humildes y no abusar de su poder.


Virgo: Los virginianos tendrán un año de orden, trabajo y salud. Podrán organizar su vida, cumplir con sus obligaciones y mejorar su bienestar. Su vida cotidiana será tranquila, pero deberán relajarse y no ser tan perfeccionistas.


Libra: Los librianos tendrán un año de armonía, belleza y amor. Podrán equilibrar su vida, embellecer su entorno y enamorarse. Su vida personal será feliz, pero deberán ser decididos y no dejarse influir por los demás.


Escorpio: Los escorpianos tendrán un año de transformación, intensidad y misterio. Podrán renovarse, vivir experiencias profundas y descubrir secretos. Su vida interior será rica, pero deberán ser moderados y no obsesionarse con nada.


Sagitario: Los sagitarianos tendrán un año de aventura, optimismo y libertad. Podrán explorar el mundo, tener una actitud positiva y ser independientes. Su vida filosófica será inspiradora, pero deberán ser realistas y no exagerar.


Capricornio: Los capricornianos tendrán un año de ambición, disciplina y éxito. Podrán alcanzar sus metas, trabajar duro y obtener reconocimiento. Su vida material será próspera, pero deberán ser generosos y no apegarse a lo material.


Acuario: Los acuarianos tendrán un año de innovación, originalidad y humanidad. Podrán crear cosas nuevas, expresar su individualidad y colaborar con causas sociales. Su vida mental será estimulante, pero deberán ser coherentes y no rebeldes.


Piscis: Los piscianos tendrán un año de espiritualidad, imaginación y compasión. Podrán conectar con su alma, soñar despiertos y ayudar a los necesitados. Su vida artística será creativa, pero deberán ser prácticos y no ilusorios.

*En Youtube: Predicciones 2024 para los 12 signos (youtube.com)

viernes, 29 de diciembre de 2023

La última noche en Palacio.. (cuarta y última parte de los relatos.. por el momento).


Miguel Miramón entró al Palacio Nacional con el rostro desencajado y el uniforme polvoso. Sabía que su vida y la de su esposa Concha estaban en peligro, pero no quería asustarla más de lo necesario. Tampoco deseaba que lo viera en esas condiciones, así que se dirigió al cuarto de aseo, se quitó la ropa sucia y se lavó la cara y el cuerpo, poniendo atención en las leves heridas recibidas en batalla, esto alivió el dolor de las mismas, más no todavía el remordimiento, la angustia ni la incertidumbre que llevaba por dentro.

Se secó con una toalla y se vistió con ropa limpia. Sintiéndose un poco mejor, al menos físicamente, se dirigió a su recámara y abrió la puerta lentamente para no hacer ruido. Apenas iluminaba la habitación la tenue luz de la luna que se filtraba por la ventana pero alcanzó a ver la silueta de su esposa dormida sobre la cama. Se acercó con cuidado sentándose apenas en el borde del colchón, no sabía si despertarla o meterse a dormir sin que se diera cuenta…

Pero ella percibió su presencia y abrió los ojos sobresaltada.

-¿Quién está ahí? -preguntó asustada.

-Soy yo, mi amor. Tu esposo -respondió él con voz suave.

-¿Miguel? ¡Eres tú! ¿Qué sucedió con la batalla? -inquirió ella ansiosa-. No tuve ya noticias tuyas…

-Por eso vine enseguida…

Ella se incorporó y lo abrazó fuertemente, abrazo que él correspondió con la misma efusividad. Estar así lo hacía sentir mucho mejor.


-Cuéntame, ¿cómo te fue? ¿Cómo estás? -preguntó ella mirándolo- ¿Te hicieron algún daño?

-No te preocupes, todo está bien. La batalla fue un desastre… ¡pero estamos vivos! Mañana te lo contaré todo… ahora descansa, no pierdas tu sueño, y hazme un lugar para dormir.

-Pero... ¿cómo? ¿Qué va a pasar con el país? ¿Qué va a pasar con nosotros? -preguntó Concha preocupada.

-No lo sé, mi amor. Tenemos que ser fuertes y confiar en Dios. Anda… durmamos, que quizá sea la última vez que podamos hacerlo en estas condiciones…

Se acostaron juntos y él la rodeó con sus brazos. Ella se apoyó en su pecho, escuchando los latidos de su corazón. Lo abrazó más, y de pronto, al rozar con su mano el costado de su pierna derecha, escuchó que Miguel lanzaba un leve quejido, apartándose sin querer un poco.

-Miguel, ¿qué tienes? ¿estás herido?

-No, no, mi amor… es sólo un rozón de bala… Me curaron en el campamento, no es nada…

-Entiendo… ¿te duele?

-No, no te preocupes… Ven, abrázame de nuevo…

-Tendré cuidado -murmuró ella.

Miramón entonces la besó en el rostro, luego en los labios y el costado de la mejilla, acariciando suavemente el comienzo de su cuello y de su hombro… 

-¿Seguro que estás bien? -preguntó Concha, dejándose envolver por esa sensación…

-Seguro… ¿y tú?

-Si esto no te hace daño…

-Al contrario… Quizá no tengamos otra oportunidad…

…..

…..

Nadie los oía entre suspiros… el reencuentro reconfortó sus cuerpos y sus almas…

Después... Se quedaron cerca uno del otro sintiendo que una calidez mutua los envolvía, a pesar del invierno… Parecía como si le robaran un instante de tranquilidad al tiempo..

-¿Sabes que este es mi verdadero sitio, Concha?

-¿Dónde?

-Aquí, contigo.. -murmuró Miguel con una sonrisa. Luego cerró los ojos y se dejó vencer por el sueño. 

Ella lo miró con ternura, acariciándole ligeramente la mejilla, sobre la tenue cicatriz que tenía desde que había luchado junto con los niños héroes... siendo uno de ellos. Quería creer que todo iba a salir bien, que él se salvaría y que podrían vivir felices. Pero una voz interior le decía que eso era imposible, que el destino les reservaba tarde o temprano un final trágico.

Y a pesar de sentirse agradecida por tenerlo junto a ella, sano y salvo en esa noche, volvieron a su mente las dudas y temores. ¿Qué pasaría con ellos? ¿Con el país? ¿Qué harían los liberales cuando tomaran el control? ¿Tendrían alguna oportunidad de escapar? Los pensamientos le espantaron el sueño y, preocupada, sentía una opresión en el pecho que le impedía respirar.

Se levantó entonces con cuidado, tratando de no despertar a su esposo, y se puso una bata sobre el camisón. Salió un momento del cuarto y caminó por los pasillos del palacio iluminados por velas. Se sentía como una sombra, como una intrusa en su propia casa... que muy pronto no lo sería ya más…

Llegó al balcón y aunque hacía frío, miró el cielo estrellado. Pensó en Dios y le pidió ayuda, rezando porque les diera una salida que les permitiera vivir juntos y en paz. Sin embargo, tampoco se engañaba, sabía que eran tiempos de guerra..

Volvió a la habitación y se acostó junto a Miguel. Trató de dormir... pero sabía que era inútil. Esa noche podía ser la última que pasaran juntos así.. Al otro día muy posiblemente la situación terminaría de dar la vuelta, y no para bien.

Después de la batalla... (la derrota de los conservadores)



Miramón se sentía como un fantasma que vagaba por las afueras de Calpulalpan, sin rumbo ni destino. Había perdido la batalla, y con ella, la guerra e incluso el poder que aún conservaba en el gobierno. Le pesaban los pies y no era por las leves heridas que había recibido ni por el cansancio físico, más bien era un cansancio moral… Valle, tan radiante en el campo de batalla, lo había dejado ir, y aunque le agradecía su piedad caballeresca, la situación incomodaba su orgullo como militar. Antes las victorias de Leandro eran también las suyas, y las festejaba como si las hubiese ganado él mismo, pero ahora, en bandos diferentes, el triunfo de la causa de Valle era la derrota de la suya. 

Sus soldados lo seguían cabizbajos... ¡Se habían salvado! Pero también habían perdido la batalla y a muchos de los suyos... no era tan honorable haber tenido que salir de esa manera...

Llegaron entonces hasta donde esperaban Vélez y Negrete, preocupados de que la pequeña comitiva había tardado un poco más de lo previsto.

- Ahí vienen... -divisó Negrete acercándose al encuentro-. Señor presidente, lo esperábamos… ¿Sucedió algo? ¿Se encuentra bien?

-Estamos bien… pero vamos, no se detengan… Alcancemos el campo detrás de la loma y ahí nos reorganizamos… -contestó Miramón, aunque por dentro no sabía cuál sería la siguiente estrategia, ya no para ganar, sino para sobrevivir.

Dieron la vuelta a una pequeña loma del camino, donde había unos troncos caídos de árboles, que por el momento, sirvieron de asientos improvisados a los soldados que quedaban.

 

Miramón también se sentó en uno de esos troncos, al pie de un árbol y suspiró. Sentía una opresión en el pecho y mucha responsabilidad. ¿Qué le quedaba ahora? ¿Qué futuro le esperaba a él y a los suyos? ¿A su idea de patria? Miró al cielo, buscando una respuesta. Recordó de nuevo el rostro compasivo de Leandro Valle, quien por las circunstancias, era también su enemigo.

Pensó entonces en su esposa, Concha Lombardo, que lo esperaba en la Ciudad de México, y cerró los ojos, tratando de contener las lágrimas. Vélez y Negrete lo miraban sin animarse a romper el silencio. Habían compartido con él tanto glorias como derrotas, y ahora lo acompañaban en su último intento de resistir.

- General - dijo al fin Vélez acercándose a él con una botella de aguardiente -. Beba un poco, le hará bien.

- No gracias - rechazó Miramón-. No tengo sed.

- Vamos, no se deje abatir - insistió Vélez -. Aún podemos reunirnos con Márquez y Mejía y defender la capital.

 -Está bien, dame ese trago -aceptó Miguel- tomando un sorbo de la botella-. Lo peor -continuó- es que aún con los posibles refuerzos de Márquez y Mejía, y con los que están en la capital, no juntamos ni mil quinientos hombres… muchos han desertado... y no los culpo,,, Pero nuestros adversarios aún tienen cerca de dieciocho mil… Hemos peleado en otras ocasiones con desventaja numérica, más nunca una diferencia tan grande… Creo que ha llegado el fin.

- No diga eso, general - intervino Negrete -. Usted ha sido un valiente… Aún puede levantarse..

- Tenemos que aceptar la realidad. Hemos perdido. Hay que asumir las consecuencias... Quizá como dice Vélez, sólo nos queda reunirnos con los refuerzos de Márquez y Mejía e ir a la Ciudad de México, pero no esperemos mucho. Seguramente es el próximo objetivo de los liberales… -respondió Miramón con firmeza.

-General -intervino Vélez con cautela-. Usted aún tiene un as bajo la manga: los tres prisioneros tan importantes que dejó en la capital: Don Santos Degollado, Felipe Berriozábal y Benito Gómez Farías. Podría canjearlos...

-Eso hubiera podido ser antes… -dijo Miramón con pesimismo-.  Ya no estamos en posición de negociar… Lo único que puedo hacer es cederle a ellos el bastión de mando, para que cuando lleguen los liberales no se cree un desorden… Y tratar de negociar una posible salida sin represalias…

-¿Y cree que nos la otorguen? -preguntó Vélez considerando la idea.

-La verdad, no lo sé, no quiero engañarlos.. Pero no perdemos nada con intentarlo. Regresemos a la capital al menos a recuperar un poco de honor en esta guerra…  

*Escucha el podcast aquí: Después de la Batalla de Calpulalpan (youtube.com)


jueves, 28 de diciembre de 2023

La batalla de Calpulalpan

 

En el episodio anterior, el general Jesús González Ortega, comandante en jefe del ejército liberal, ordenó a sus subordinados Ignacio Zaragoza y Leandro Valle que prepararan sus estrategias para el triunfo. Zaragoza propuso un ataque frontal, aprovechando la superioridad numérica y el armamento moderno de los liberales. Valle sugirió una maniobra envolvente, para sorprender al enemigo por los flancos y cortar su retirada… Es momento de poner en práctica lo planeado… 


Desde la pequeña colina donde se encontraba, Miramón miró con el catalejo el valle que se extendía ante sus ojos. Aunque la mañana había amanecido fría y nublada, algunos rayos de sol comenzaban a posarse sobre los campos verdes y las filas de soldados liberales que se preparaban para el combate. Esto hacía contraste, ya que sus enemigos llevaban esas características corbatas o pañuelos color escarlata. En eso, su mirada se topó con alguien a quien no hubiese querido encontrar en una posición tan cercana. Reconoció su figura esbelta y su rostro sereno, no podía ser otro más que…

-Valle, ¿qué haces ahí? -dijo para sus adentros…

Mil ideas se cruzaron por su cabeza, desde que era una trampa, hasta que quizá querría convencerlo de frenar la batalla…

-No… -se contestó él mismo- ni es una trampa, ni es una tregua… Valle jamás se prestaría a ser la carnada de un posible chantaje… Está ahí por su valor… ¡y por su maldita imprudencia…!

Del otro lado, Valle también volteó y no tardó en divisar a su amigo entre las filas conservadoras. Lo vio tan joven, tan valiente, tan seguro de sí mismo. Se le llenaron los ojos de lágrimas, pero no permitió que éstas salieran... Recordó los días de su infancia, cuando jugaban juntos a ser soldados.. Ahora lo eran, pero al mismo tiempo la vida los había puesto como enemigos... Y aunque ya habían estado antes en las mismas batallas como contrarios, nunca habían estado tan cerca como ahora.

Cerca de las ocho Miramón se armó de valor y ordenó el ataque. No obstante, evitó de manera muy notable disparar al centro, donde estaba Valle, y se concentró en los flancos. Quiso ahuyentar a los soldados que éste comandaba, hacerles creer que eran más y más fuertes, y obligarlos a retirarse para no tener que enfrentarse de cerca con su líder. Sabía que era la posición más peligrosa para ambas divisiones.

Pero Valle no se movió. Al contrario, arengó a sus hombres y los condujo al encuentro de los conservadores. Valle avanzó con decisión, sin miedo, sin rencor. Respondió al fuego enemigo sin demostrar debilidad o flaqueza. No obstante, evitó también disparar al lugar donde se encontraba Miramón. No quería matarlo, quería vencerlo… Preservar la vida de su amigo sin que por ello él traicionara sus ideales y la libertad que buscaba para su patria.

Los disparos resonaron en el aire, las balas silbaron cerca de las cabezas de los soldados en ambos lados, los cañones estremecieron el suelo, mientras que Miramón y Valle enfrentaban también una lucha dentro de sí mismos. 

El plan de Miramón no funcionó, pues los liberales no se dejaron intimidar. Resistieron y contraatacaron con valor. Valle continuaba al frente de su batallón, arengando a sus hombres y animándolos a seguir adelante. Miramón lo vio avanzar y sintió un escalofrío. ¿Qué haría si lo tuviera frente a él? No quería tener que averiguarlo… Para su fortuna, Leandro continuó hasta hacer retroceder a las filas enemigas y al conseguirlo se desvió de nuevo a las orillas del valle, sin mirarlo, pero al mismo tiempo, sin dejar de amenazar desde ahí a las fuerzas conservadoras. Sin duda también él quería evitar un enfrentamiento directo.

Miramón guió entonces a sus tropas hacia el centro, donde se encontraba la división de Vélez, pues se dio cuenta que éste estaba siendo atacado por Ortega. Valle, por su parte, optó por auxiliar a las tropas de Zaragoza, quien del otro lado de la colina, se enfrentaba a la división de Miguel Negrete. Ignacio ya había logrado romper las filas y sin darles tregua, los persiguió hasta la entrada de un sendero que iba a dar al río. Antes de que pudieran escapar, hizo varios prisioneros, regresándolos a la zona anterior, mientras Valle le cuidaba las espaldas. Sólo no pudieron capturar a Negrete.

González Ortega, al ver disminuidas las filas del enemigo gracias a Zaragoza y a Valle, se acercó aún más a la retaguardia de los conservadores, donde se hallaba el general Vélez. Con una maniobra audaz, logró rodearlos y cortarles la retirada. Además, se sumó a ello el apoyo de las tropas de Nicolás de Régules, y los conservadores se vieron atrapados entre dos fuegos. 

Miramón, que apenas avanzaba hacia esa zona se dio cuenta de que la batalla estaba perdida. Aún así trató de alcanzar la retaguardia para auxiliar a Vélez, pero se encontró con el fuego cruzado de González y de Régules. Le fue imposible llegar y tuvo que retroceder de nuevo, considerando que la única salida era dirigirse al sendero que daba al río. 

En aproximadamente dos horas las tropas conservadoras habían sido diezmadas, dispersadas o capturadas. No tenía sentido seguir luchando, pero pensó Miramón que aún podía reunir a algunos de sus hombres y escapar de la derrota. Montó en su caballo y se dirigió hacia la colina con la intención de alcanzar a Negrete. Vélez, evadiendo a Ortega, hizo lo mismo, dejando en el campo la mayor parte de su artillería.

Sin embargo, al pasar por la colina, se dieron cuenta que Valle había retomado su posición. Intentaron entonces rodear para llegar a la zona de Miguel Negrete, percatándose, con ayuda del catalejo, de que gran parte de la división de éste ahora eran prisioneros de Zaragoza. Tanto Vélez como Miramón estaban atorados a un costado de la colina y decidieron salir poco a poco al proyectado sendero, para reunirse con su compañero, quien también había tratado de llegar hacia ellos sin lograrlo, optando por alcanzar la misma salida. Los otros jefes, al no poder entrar con sus refuerzos, ya se habían adelantado.

-Tú primero, Vélez.. -dijo Miramón.

-No señor, no lo puedo dejar aquí.

-Aprovecha que aún tengo soldados que me cubren las espaldas -contestó el general en jefe, considerando que la mayor parte de los de Negrete y Vélez habían sido hechos prisioneros. 

Aunque la maniobra fue rápida, antes de que pudiera pasar Miramón, Valle se percató y se movió con parte de sus tropas hacia la entrada del sendero, colocándose delante de ésta, como Zaragoza lo había hecho antes impidiendo la salida a los soldados de Negrete. 

Entonces fue inevitable encontrarse. Fue un instante fugaz, pero intenso. Se reconocieron, se desafiaron, se compadecieron. Por un momento se hicieron presentes los sueños que habían compartido como colegas en el colegio, de servir a su patria y de hacerla grande… pero también el momento en el que se separaron, eligiendo cada uno un camino distinto.

-¡Valle! ¡Retírate! -le gritó Miramón, esperando que su amigo le hiciera caso.

-¡Retírate tú! -le respondió Valle, sin moverse.

-¿Crees que no sé reconocer una derrota? -preguntó Miramón con una ligera sonrisa que Valle no supo interpretar si era sincera o de sarcasmo. Aún así, había logrado romper lo grave de la situación, al menos en apariencia.

-Sí claro… -contestó Leandro siguiendo el tono- Como cuando te escapaste en Silao…

-Esa vez les dejé al Dorado de regalo... y mi sombrero.

Valle recordó que, en efecto, habían capturado en esa ocasión al caballo de Miramón, apodado “el Dorado”. Tuvo ganas de decirle a su amigo que mejor se rindiera, pero sabía que su destino sería el paredón si lo hacía. Sin embargo, tampoco podía dejarle las cosas tan fáciles.

-¿Ves este rifle? Voy a disparar hacia tu flanco izquierdo, porque sé que detrás de ti vienen los de Márquez… 

Leandro sabía que Márquez ya se había adelantado con los posibles refuerzos que no habían podido llegar... y Miramón sabía que lo sabía…  

Valle disparó hacia el lado izquierdo, fingiendo que no lo veía, que no lo escuchaba… Y algunos de sus hombres lo imitaron. Al terminar la maniobra disparó hacia la entrada del sendero haciendo levantar el polvo y el humo, pero ya no había soldados enemigos ahí. Antes de que sus hombres pudieran decir algo, levantó la voz y dijo:

-Está totalmente derrotado… A los enemigos justicia, a los amigos, clemencia y justicia, es lo que dice el presidente Juárez..

Cuando parte del humo se disipó, encontró al pie de su cabalgadura el rifle de Miramón, con su característica empuñadura de marfil y su nombre grabado.

"En efecto, sabes cómo reconocer una derrota", pensó mientras levantaba el rifle del polvo para entregárselo a su general en jefe como trofeo de guerra. En parte se sentía aliviado, pero la angustia sentida en esos instantes le impidió de momento participar de la algarabía de sus compañeros que llegaban poco a poco hacia él celebrando la victoria.

Al reunirse todos, Jesús González Ortega los felicitó.

-Sin sus estrategias, jamás lo hubiésemos logrado. ¡Muchachos, habéis cambiado la historia! -exclamó estrechando las manos de Zaragoza y de Valle, y felicitando también a Régules por su ayuda. 

Leandro se animó y alegró entonces. ¡Había triunfado su causa!

*Escucha el podcast aquí: La Batalla de Calpulalpan (youtube.com) 

miércoles, 27 de diciembre de 2023

En la Víspera de la Batalla de Calpulalpan..

 En este pequeño relato, los generales Jesús González Ortega, Ignacio Zaragoza y Leandro Valle, planean las estrategias de ataque en la será la última batalla de la Guerra de Reforma, en Calpulalpan. Valle está en una posición difícil, al encontrarse su querido amigo de la infancia en el bando enemigo. Sin embargo, decide ser él mismo quien tome la posición más cercana... 



El sol se ponía en el horizonte cuando el general en jefe, Jesús González Ortega, convocó a los jóvenes generales, Ignacio Zaragoza y Leandro Valle a reunirse para planear la estrategia del combate en Calpulalpan.

Jesús miró a sus dos compañeros de armas con expresión grave. Estaban en su tienda de campaña, rodeados de mapas y documentos, a pocas horas de la batalla decisiva. La guerra de Reforma había cumplido ya tres años y deseaban ponerle fin.

- Necesito que me digan sus estrategias para mañana -dijo González Ortega-. Ignacio, usted es el comandante en jefe. ¿Qué tiene pensado?

- Mi idea es atacar por el centro y el flanco derecho, aprovechando nuestra superioridad numérica y de artillería -respondió Ignacio Zaragoza-. El enemigo está atrincherado en una colina, pero no podrá resistir mucho tiempo nuestro fuego.

- Bien, me parece acertado -asintió González Ortega-. Y usted, Leandro, ¿qué opina?

-Tenemos que aprovechar el terreno... -respondió Valle-. Como bien señala Ignacio, los conservadores están atrincherados en una colina, pero hay un pequeño valle enfrente de la misma que podemos usar para sorprenderlos por el flanco izquierdo. Yo me ofrezco a liderar ese ataque…

 —Leandro, ¿está seguro de que quiere cubrir ese lado? —preguntó González Ortega con preocupación, mirando el mapa de la batalla que se avecinaba-. Usted sabe quien estará en este punto -dijo señalando con la punta de su sable la colina- ¿o no?

Leandro sintió un nudo en la garganta. Sabía que justo en la colina, frente al valle que planeaba ocupar estaría su amigo de la infancia, Miguel Miramón. Habían crecido juntos, estudiado juntos, eran como hermanos… Pero la guerra los había separado…

—Sí, lo sé, estoy seguro. Es mi deber como soldado y como patriota. —respondió Valle con tono de firmeza, aunque su voz temblaba un poco.

Zaragoza y González Ortega se miraron con sorpresa y compasión. Conocían la historia de amistad entre Valle y Miramón, y sabían que lo que proponía era un gesto de lealtad y de honor.

Zaragoza se levantó de su asiento y le puso una mano en el hombro.

 - Leandro, no tienes que hacer esto. Sabemos lo que significa para ti Miramón, y no queremos ponerte en una situación difícil. Déjame a mí ocuparme de él, yo tengo más experiencia y menos vínculos emocionales.

 Valle negó con la cabeza.

 - No, Ignacio. Te lo agradezco, pero prefiero ser quien esté en esa posición. Además, ¿quién mejor que yo para enfrentar a Miramón? Conozco bien sus estrategias..

-¿De verdad no prefieres dejarme el honor de enfrentarme a tu camarada?- preguntó de nuevo Zaragoza.

-No, gracias -respondió Valle-. Aunque Miramón sea mi amigo, no traicionaré nuestra causa. Soy leal a los liberales y defenderé mi posición con mi vida.

-Eso no lo dudo -dijo Zaragoza con sinceridad-...Pero quizás sea mejor que no te vea él a ti. Podría pensar que quieres rendirte o negociar.

-No hay nada que negociar -replicó Valle-. Ambos elegimos desde hace tiempo nuestros bandos... y...

- Está bien, Valle, está bien… -intervino González Ortega-. Pero tenga cuidado. No deje que sus sentimientos le nublen el juicio. Recuerde que estamos luchando por la patria y por la libertad. Y, sé que en su caso no es necesario, pero le advierto que no toleraré ningún acto de debilidad o de traición. Si usted falla o vacila, tendrá que rendirme cuentas a mí y a la historia. ¿Está claro?

Valle asintió con un gesto. Sabía que era una misión peligrosa, pero también una oportunidad de demostrar su compromiso con la República liberal por la que luchaba. Sí, la historia lo juzgaría…

-Les aseguro a ambos que mi corazón y mi deber están con la causa.

- Muy bien -dijo González Ortega-. Confío entonces en su lealtad y su valor. Le asigno el mando del flanco izquierdo... y acepto que esté al frente de la colina donde estará Miramón para vigilarlo de cerca. El general Zaragoza irá en la posición intermedia, y yo me quedaré mientras tanto en el centro, desde donde coordinaré las operaciones.

En el fondo de su corazón Valle sentía, no obstante, un gran conflicto. No quería cambiar su posición porque de hacerlo, temía que alguien más pudiera matar a Miramón.. Y aunque estaba consciente de que ahora era su enemigo en la guerra, no podía olvidar los años de amistad que los unieron. Deseaba salvarlo de sí mismo y de su error... lo hubiese invitado a que se uniera a los liberales, pero sabía que eso era imposible. Miramón era un hombre de honor y de principios... Y aunque éstos estuviesen equivocados, no se rendiría ni cambiaría de bando. Solo quedaba el enfrentamiento... 

Continuará…

*Escucha el podcast aquí: La Víspera de la Batalla de Calpulalpan (youtube.com)


El sonido de las letras...

  Cuando era chica, además de comparar el escribir con el hilar de una aguja (pensaba que las palabras pasaban por el ojal a otros mundos), ...